miércoles, 25 de noviembre de 2009

25 de Noviembre: DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO

Un usuario y amigo de la biblioteca, ha querido contribuir la lucha contra la violencia doméstica mediante estas palabras. Gracias Ángel Luis.




LA PRIMAVERA

Me cogiste por los pies como a un ramo de flores
Oliéndome a dentelladas a mamporros, con la puerta en las narices
con ese hedor tuyo que me esconde y tu caricia de ostia que me saca los colores enteritos hacia fuera. Pintándome como a una mona para que nadie me vea.
Me metiste en el jarrón de la bañera, pero al revés, para que un mar de mentira jugase a zarandear todas mis flores.
Mi nariz, mis ojos, mis orejas me llenaste de Guadalquivir o de Orinoco, me convertiste en monstruo con la gallardía de los enfermos crueles.
Dejaste salir tus carroñeras tan indomables que te cubren de heces porque tú las alimentas.
Me dejaste con el arroz saltándome a los ojos y la boca en la mejilla para que me diera un beso de daño.
Me cogiste por los pies y no me soltaste, me dijiste que eran mis raíces que te esposaron,
No leíste mis burbujas ni sus pájaros al chocar contra el suelo ni la ventana abierta
ni el alarido de los árboles ni el valle de mi nombre llamándote.

Toc, toc, toc…
Sonó por alusiones, porque ya tocaba, porque quería hacerle añicos, por machista, fanfarrón y sobre todo por primero.
Esto no quiero que lleve a interpretaciones defectuosas.
No tengo afán de liderazgo. ”Compañeras, permitamos a los compañeros que se nos acerquen, aprovechemos esa condición tan suya de lengua fuera y baba caía, persiguiéndome, (Largo, ja, abundante, ja, duradero, ja, ja, ja). Que nosotras no discriminamos a nadie. Eso sí, detrás, con apartamiento.
Me acaricio un poco la vanidad y enseguida estoy en la lucha,
Mujer coralina, girasolada.
Mujer desparpajo, fulgor, besada.
Mujer saliva, zalamera, balsa.
Mujer antojo, remojo, amada.
Mujer de ayer, arrojo, coraje, clara.
Mujer de tierra, matriz, mañana
Mujer mariposa, sutil, soñada.
Mujer, lucero, mimosa brava.
Mujer áurea, incandescente, iluminada.
Mujer, de sol, mujer dorada.
Mírame.
¿Mujer o hada?
Y por fin la hora de mi queja.
No hay nada peor que ser la siguiente cuando el resto son ellos, todos terminan en O, como, ponzoñoso, pazguato, sibilino posesivo masculino macho. Una no es por nada es mas de la a, almohada, hierba, jacarandá, sonrisa, hembra. Si acaso alguna concesión hago, me quedo con condón, quiero y no. Si a la vez coincide que, la madre naturaleza y la casualidad te adornan con los caprichos del universo, o sea, la luz y una excelente temperatura, por lo visto eres culpable de feminidad, y das pie a que los otros, inevitablemente y sin más remedio te acosen a cumplidos, miradas de reojo o muy de frente según la osadía del O que comparte contigo la sala de espera.
En mi caso cuento con tres compañeros de sala. El invierno, que mira de soslayo, no se sí por frío, o porque disfruta
como individuo presuntuoso de su condición de primero. Habrase visto el so nevera, ni siquiera clase A, a él se la repampinfla el medio ambiente, hasta los bichos me los deja a mí, con él, muertos o dormios. Por eso vamos a darle un poquito de calor tradicional (villancico) El verano, que en principio se sienta enfrente y me observa lascivo en actitud de acecho y que se aproxima de un tirón, dando por hecho que será el elegido, no sé si por su fogosidad, o porque le jode ser el siguiente, el pobre con su camiseta de tirantes, tan recién salido del gimnasio, tan pejiguera, tan persiguiéndome, tan bujarrón, tan… (música paquito el choco). Luego más allá el otoño, apenas molesta, supongo que sabe que lo mejor es tener paciencia, tal vez sea timidez, en cualquier caso, sólo mira cuando cree que nadie lo hace, que elige ser alcachofa pa esconderse, el voyer de los tres, el mírame y no me toques que no deja de mirar y que me desquicia por pánfilo. (Efectos)
Perdonen que me levante, soy la primavera y es mi turno.
Ya es hora de unir a la o y a la a,
Para que se besen en redondo y para que ocurra que…
Una ameba y un paramecio coincidieron en una gota de agua.
Se prologaron, se abrazaron y al unirse la gota se extendió en una gran sonrisa. Se convirtió en una ola, se adornó de lunares y taconeó al repiqueteo de palmas.
Luego mecida viajó en un barco de papel hasta la página del corazón.
La llave que comparten.

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