lunes, 17 de agosto de 2009

Nunca es tarde para retomar el gusto por la lectura


El libro, ese objeto que algunos describen como maravilloso y del que se tiene información de su aparición en forma impresa en el año 868 a.C. en China, ya tiene el 23 de abril, en que se conmemora, un himno en su honor escrito por Juan Carlos Rojas pero, a veces parece faltar quién los lea.

Las razones por las que con el paso de los años se tiene la idea de que menos personas leen libros son varias; los expertos citan con regularidad a las lecturas obligatorias que se imponen en escuelas y colegios, a profesores que no saben transmitir el gusto por un libro que muchas veces ellos mismos no leyeron.

Otras opiniones se inclinan por pensar en la influencia de los medios audiovisuales, televisión, cine, videojuegos, como los responsable de ese alejamiento de las personas.

Alejados de ese plano académico de investigaciones que con gran regularidad aparecen, está lo que muchos de los adultos que no leen dicen al respecto. Hay razones sencillas como: “no me gusta”, “no tengo tiempo”, “es aburrido” o “si no le tomé el gusto de niño o joven, ahora de adulto menos”.

Pero es falso que un adulto, ya sea un joven de 20 años o una señora de 60, no puedan empezar a tomarle el gusto a la lectura, nunca es tarde para empezar.

Para Evelyn Ugalde, directora del sitio www.clubdelibros.com y promotora de la lectura, nunca es tarde para tomar la iniciativa, se debe dejar de lado las malas experiencias que muchos y muchas tuvieron con libros que les obligaban a leer y sencillamente empezar.

¿Cómo?

Las fórmulas mágicas no existen, aunque sí los buenos consejos; desde luego ninguno es infalible, pero son buenas luces de avisos en la carretera de la vida para empezar a disfrutar de un placer que muchos ponen en práctica cada vez que pueden y donde encuentren un par de minutos disponibles.

El escritor costarricense Carlos Rubio sugiere que lo primero para alguien que quiera empezar a leer es sacar de su mente toda asociación entre libro y actividad académica para aprender y aprobar un curso o materia.

“Un libro no es solo estudio académico, los libros son gozo, placer, erotismo, disfrute, todo aquello que pueda significar interés y asombro para el ser humano y se puede iniciar por buscar textos que propicien ese placer”, detalló Rubio.

Para Evelyn Ugalde hay varios elementos que si están presentes facilitarán ese inicio, empezar poco a poco, sin ninguna prisa por terminar el libro.

También es muy recomendable que su primer libro sea de alguno de sus intereses, tan sencillo como que si le gusta la cocina, que se compre un libro de cocina o si es alguien que admira a grandes personalidades como el Papa Juan Pablo II busque algún libro con su biografía.

También está que traten de encontrar libros con letra grande si leen de noche o tienen algún problema visual, que visiten librerías y le den ojeadas a los escaparates o que hablen con alguien que ya tenga el gusto para estimular su interés.

“Para mí un punto importante es leer cuando la persona tenga tiempo, la mañana, en el almuerzo o al final del día. También es válido que anden con el libro siempre, así si están en la fila del banco o en la clínica del Seguro puedan aprovechar para leer”, agregó Ugalde.
Sin frustraciones

Empezar a tomarle el gusto a la lectura no siempre ocurre con el primer libro, este puede ser una recomendación de algún amigo, del librero en la tienda o del que se informó, pero conforme avanza le parece que le gusta menos y el nuevo lector se debate entre continuar para obligarse a encontrarle el gusto o dejarlo y volver a fracasar en el intento.

Esa encrucijada es más frecuente de lo que muchos podrían creer y Carlos Cortés, escritor costarricense, asegura que no hay por qué sentirse así.

“Daniel Pennac, en su libro ‘Como una novela’, propone una serie de leyes del lector y una de las primeras es que uno puede dejar de leer un libro cuando uno quiera y es válido. Entonces si lo intentas y no te gustó no hay por qué seguir”, detalló Cortés.

Carlos Rubio añade otros de esos derechos que Pennac propone para los lectores y cita el derecho de empezar a leer el libro en picoteo, lo que significa que se puede leer un poco de las primeras páginas, saltarse páginas llegar al centro y dejarlo así.

También está el derecho a leer el final antes de llegar ahí, tomarse todo un año para leer una obra o enamorarse de una de ellas y releerlo varias veces.
Accesibles

Algunos lectores experimentan cierta frustración cuando en una visita a las librerías encuentran ejemplares que les llaman la atención pero con precios que alcanzan los ¢10 mil y hasta más.

Sin embargo, tanto Carlos Rubio, como Evelyn Ugalde y Carlos Cortés coincidieron en que eso no es una razón válida para no intentarlo.

Cortés señaló que existe un relanzamiento de los llamados libros de bolsillo, ejemplares que usualmente son colecciones de algunas editoriales que perfectamente podrían costarle a un muchacho lo mismo que dos cervezas y una boquita de chifrijo.

Además de la mencionada ventaja económica, el autor cita otra y es que son libros de una gran variedad de autores que incluyen grandes clásicos de la literatura, los pueden llevar a cualquier lado y hasta intercambiar.

Con base en la experiencia en el sitio clubdelibros.com, Evelyn Ugalde sugirió que en las empresas o en los centros universitarios aquellos quienes se interesan en la lectura se pongan de acuerdo e intercambien libros, así si tres personas compran cada uno una novela, al final podrán leer tres distintas e incluso tendrán temas de conversación en común.

Conciente del precio de algunas primeras ediciones en la actualidad, Carlos Rubio les aconseja a los nuevos lectores que se regrese a la práctica de ir a las compraventas de libros porque hay muchas, algunas muy buenas y hasta históricas en la capital.

“Ese placer de tomar un libro viejo, de los que tienen marcas y hasta rayones es interesante y da disfrute. Hay que eliminar además toda idea de que a quien le gusta leer es un ‘nerd’, por el contrario, quien lo hace es alguien que amplía su panorama de conversación y se vuelve más interesante”, agregó Rubio.
¡A empezar!

La autora de “La loca de Gandoca”, Ana Cristina Rossi, aconseja la lectura a cualquier adulto que no lo hace, como una manera de complementar su vida, porque meterse en una buena novela es ampliar la experiencia del mundo, al mismo tiempo que se disfruta y se crea un nuevo mundo en la cabeza.

Si se tratara de recomendar un libro para alguien que quiere dar el primer paso, Rossi sugiere los libros de Eduardo Mendoza por maravillosos, porque procuran la alegría y hace al lector reír sin parar. O bien uno de sus libros, como “Limón Blues”.

Libros como “Ojos de perro azul”, de Gabriel García Márquez; “Cuentos de Eva Luna”, de Isabel Allende; la obra de Horacio Quiroga, novelas como “La Isla de los hombres solos” de José León Sánchez, o “Tieta”, del brasileño Jorge Amado, son sugerencia de Evelyn Ugalde.

Carlos Cortés menciona la edición de aniversario de “Cien años de soledad” de García Márquez, en primer lugar porque se trata de una historia que de alguna manera se relaciona con el país por el tema del Caribe, las bananeras y por otro porque hay una edición especial en las librerías que tiene un precio muy accesible.

Asimismo, están obras como “La hoja de aire” de Joaquín Gutiérrez, los cuentos de Fabián Dobles o los de Yolanda Oreamuno, sin dejar de lado a “El Principito”, las obras de Alejandro Dumas, “La fiesta del Chivo” de Mario Vargas Llosa y las de Julio Verne.

“Madame Bovary” es la primera obra en que piensa Carlos Rubio, si de recomendar una buena primera obra se trata, pero también agrega a su lista una obra como “Las mil y una noches” y “El cantar de los cantares” de la Biblia.

Al final, lo más importante es que usted, estimado lector, dé el primer paso, que se dé la oportunidad de intentarlo y que pase de las palabras a los hechos, y bueno hacerlo en el Día del Libro, que podría ser un momento propicio.

Consejos para iniciarse

- Iniciarse con libros de temas de su interés como la cocina, la música o la ciencia ficción.

- Iniciarse poco a poco.

- Llevar el libro siempre a mano y aprovechar los tiempos en las filas del bus o del banco.

- Dejar el libro si no logra capturar la atención.

- Leer en un momento en que se esté relajado como antes de dormir.

- Consultar a algún escritor.

- Alejarse de la literatura comercial.

- Buscar colecciones accesibles o en compraventas de libros.

- No pensar en ellos como objetos académicos, sino como caminos al goce de nuevos mundos.

- Prestarse libros entre amigos y comentarlos cuando dos o más los hayan leído.

- Leer despacio para disfrutarlo, igual que comer despacio para saborear la comida.

Información extraída de: http://www.prensalibre.co.cr/2007/abril/23/abanico01.php

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